sábado, 12 de octubre de 2013


Un sonido que se hizo familiar para las madrugadas bahienses durante décadas: el silbato del Noroeste. Convocaba con su llamado a los ferroviariarios al trabajo desde 1908: seis y media de la mañana en invierno y cinco y media en verano. Quienes nos acordamos de tan particular despertador colectivo nos transporta a otros tiempos, de mañanas con guardapolvos almidonados y desayunos de café con leche y pan con manteca.  Y, en ese rincón de la cocina y con cierto olorcito a madera quemada, la radio a válvulas que llenaba de murmullos a una casa que recién se levantaba.