viernes, 8 de agosto de 2014



A las cuatro de la tarde el 1150 del dial convocaba a miles de amas de casa que entre quehaceres dómesticos, prestaban oídos al radioteatro de Mario Mauret. La cocina era inundada por un tibio olor de baquelita que venía de la Philips marrón ubicada allá arriba, en un estante alto al cual los más chicos no podíamos llegar y un perfume de sábanas cálidas recién planchadas con almidón se mezclaba con el Toddy calentito.Tardes de teleteatros, de deberes compartidos con mamá , de olores y sonidos que perviven en la memoria.